Aquellos aires azules, amor,
estallaron libres, como un clamor.
Trajeron gusto a limones
y efluvios de alcanfor.
Delirios, puras ensoñaciones…
Un misterioso brebaje embriagador.
Noticias de Oriente
y de un cándido soñador.
Sílabas, palabras tiernas
brotadas del desamor.
Plácidas letras deslavazadas,
amables, traslúcidas como el vapor.
Un allegado, típico, con vileza sentenció:
Ardides de trovador.
Una paloma vieja, grave, le censuró:
¡Envidioso! Brotaron, doy fe, del pundonor.
Aire suave de brillo cegador:
fair play, te lo ruego, respeta mi dolor.
Sí, confío a pies juntillas.
Ese aire fue heraldo del Hacedor.
Pero no me hieras, cariño,
con puñales de amor.
La ilusión quebranta mi alma, tan frágil,
como la deslealtad el honor.
Señales hay de sobra, primor.
No alberguemos temor.
Si tú consintieras, mi niña,
recitarte quisiera sonetos de amor.
Yo pondría mi hombro,
fatigado, mas aún con vigor.
Tendería alfombras a la luna
y retozaríamos bajo cerezos en flor.
¿Canjearía libertad por cariño?
Sopesaba, bajito, el soñador.
A golpes entrañó la palabra cautela.
Ya no es esclavo del ardor.
José Urbano © 2011
4 comentarios:
precioso...qué ternura!!
un abrazo..
(¿por qué no hay para seguirte?¿cómo puedo hacerlo?
Graciassss Inma. Ah, pues no puse el widget de seguidores. Voy a ver si lo encuentro y lo pongo. Un abrazo.
Aquella tupida flor
tejida en pétalos grana
era sobre tu ventana
total encendido amor
de las noches. Todo ardor
y pura canela en rama...
Ohhhh, qué regalazo! Graciasss, querida Pili.
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