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26 mayo 2012

Puertas


Noble doncel, a la amistad llamé
afanoso rehén del entusiasmo;
con papas, el orgullo me tragué
y a negociante vil ungí por amo.
Caballero, ahora sé en qué erré:
apelar a los Borgia siendo Erasmo.
Injusto vilipendio fue mi precio
por confundir poesía y ruin comercio.
          
Cautivado, a su pecho llamé.
Su carita rubia causaba pasmo;
solo el cielo sabe cuánto la amé
y su engaño vil me arrimó al abismo.
Florecido, ahora sé en qué erré:
lo prosaico desconoce el altruismo.
Errático destierro fue mi precio:
amar a mala mujer es de necio.

Cual lobo, en la solitud me enroco
al abrigo de mentes retorcidas.
Soy hombre austero, necesito poco
pues me nutren sonetos y casidas.
No busco el oro, oropel tampoco,
sino obviar traiciones, sanar heridas.
Oh Allah, despedaza mi mano si ésta,
rogante, llamar quisiera a otra puerta.

José Urbano Priego © 2012


1 comentario:

P MPilaR dijo...

'...Y que Alá non concediera
más virtud por más aprecio
sino que otro vilipendio...
Mal que no llame a otras puertas'

Triste, concentrado y algo desgarrador. No por ello menos hermosa composición.

Un abrazo, José: Aprehendiendo estamos. Y aprenderemos, seguro.