Distanciado del espectáculo,
oculto del dolor,
a la vera de mi laguna
se consumen los minutos
como humo danzante
que pugna, huidizo,
con pena pero sin gloria,
contra el letal olvido.
Ayer fueron anchos mares,
hoy entrañable laguna;
ayer fue vorágine,
hoy, remanso;
ayer fue la lucha
a brazo partido
blandiendo números,
encantos
o fulgurantes estrellas vidriadas,
hoy, Mawlana, todo son ausencias;
ayer fue el vigor
y hoy la fragilidad,
la espada de Damocles acechante;
ayer fueron millones de abrazos
de mis pequeños delfines,
tiernos como la infancia,
feliz racimo de futuros
cultivados en el cariño,
hoy es el frío,
que conserva o extingue,
es la pena honda carcomiendo
los cimientos de la estima.
Hoy son mundos épicos
—¿figurados?—
los que alimentan mis venas.
Un solo verso,
adherido a mi costado,
desfila todo un día
por mundos amables
que ya no son
sino recuerdo o quimera.
Y mañana será la tierra,
tibia, perfumada de alhucemas,
la generosa anfitriona:
el último abrazo,
de esta vida.
José Urbano Priego © 2011
31 julio 2011
1 comentario:
Entre el vigor y la fragilidad, campo estrecho, poco margen queda ileso. Poco poco.
Pero ahí andaremos, poniendo orden y energía vital, si podemos y nos dejan...
Abrazos, escritor!
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