Hoy desperté envuelto en tu luz,
esa que alumbró mis vacíos
en aquellos días aciagos.
Esta noche tan encendida
descifré, asido a tus caderas,
el sentido de una risa.
Tu risa, mi risa, su risa
—entrañable venia paterna—,
nuestro gorjeo enamorado,
encendieron los horizontes
del ensueño este paduleño
que tú inspiraste, oh dulce Angélica.
José Urbano © 2014
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