Ajeno, sobre filo cortante
el amante cándido
saborea su delirio;
seducido por el lustre
embustero de la estima,
urgido de consuelo,
escancia vino cálido
evocando a la amada.
Repentina, irrumpe el alba
con puñal y guadaña
a sajar el viejo sueño,
a quebrarle el alma.
José Urbano © 2015
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